En un ambiente hostil pero fascinante, la mujer llanera tradicionalmente ha sido sinónimo de valentía, fortaleza y carácter. Tal vez porque así son sus paisajes y los trabajos de campo, que han sido dominados en su mayoría y de manera ancestral, por los hombres.
Eliana Walteros, quien no supera los 30 años, supo desde muy niña en Casanare que lo suyo no eran los platos ni la cocina. Cuenta que su mamá no veía con buenos ojos su espíritu curioso por lo trabajos del llano propio de los hombres como su papá.
Recordó que ella era de las que «prefería coger el monte», porque quería aprender cómo ensillar y domar un caballo, cómo arrear el ganado. En últimas quería aprender cómo ser fuerte, valiente y orgullosa.
«A los siete años tenía obligaciones en la casa pero me gustaba mucho irme con mi papá para aprender. De pronto por el machismo en algunos hombres decían: no lo hagan, porque usted tiene más responsabilidades», dijo.
A Eliana se le nota la terquedad y la convicción con cada palabra que pronuncia:
«Berraca, echada para adelante, segura de sí misma, demostrarle al mundo entero que todavía quedan mujeres llaneras capas de montar un caballo, de ensilla, de hacer un trabajo de llano…».
Aunque no son muchas las mujeres que comparten las rudas tareas de campo con los hombres de la región, Eliana aprende todos los días de ellos, a veces, sintiendo la mirada extraña de otros hombres y mujeres que se sorprenden al verla con un machete, una cuerda y descalza montada a caballo.
«Para derribar un toro se necesita mucha fuerza, es de cogerlo y amarrarlo y después una persona lo coge de la cola y lo jalan y jalan hasta que el toro esté en el suelo para quitarle las güevas (risas)», comenta Eliana, al tiempo que dice que no lo ha hecho pero quiere algún día hacerlo, como sabe que lo han hecho ya algunas mujeres de su tierra.
A su manera, con un carisma que la desborda en sus ojos y sonrisa, Eliana quiso enviar un mensaje las mujeres:
«Yo les diría que nosotras somos muy fuertes, somos muy berracas. No nos tenemos que dejar humillar por un hombre que nos dice que no podemos hacer las cosas. Tenemos que cambiar el mundo que nos dice que solamente las mujeres saben hacer aseo o atender al marido. No estamos solo para eso, estamos para cosas más grandes»