El 20 de julio de 1969, el día que el Apolo 11 llegó a la Luna, el Papa San Pablo VI dirigió unas sentidas palabras a los astronautas estadounidenses.
“Aquí, les habla a ustedes astronautas, desde el Observatorio de Castel Gandolfo, cerca de Roma, el Papa Pablo VI. ¡Honor, salud y bendición a ustedes, conquistadores de la Luna, pálida luz de nuestras noches y de nuestros sueños! Llevan a ella, con vuestra viva presencia, la voz del espíritu, el himno a Dios, nuestro Creador y nuestro Padre. Estamos cerca de ustedes con nuestros deseos y nuestras oraciones. Los saluda con toda la Iglesia el Papa Pablo VI”.
El Santo Padre dirigió este saludo a los astronautas Neil Armstrong, Edwin “Buzz” Aldrin y Michael Collins el día en que llegaron al Mar de la Tranquilidad en el satélite terrestre.
Armstrong, que era el comandante de la misión, se convirtió en el primer hombre en pisar la Luna, tras lo cual pronunció su famosa frase: “Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”.
Ese mismo día, el 20 de julio de 1969, San Pablo VI presidió el rezo del Ángelus en el Vaticano y resaltó que “hoy es un día grande, un día histórico para la humanidad porque realmente hoy dos hombres ponen un pie en la Luna”.
“Haremos bien en meditar en este extraordinario y asombroso acontecimiento, en meditar sobre el cosmos que abre su rostro mudo, misterioso, en el marco sin límites de siglos incontables y de espacios inconmensurables”, dijo el Pontífice.
El Papa dijo también que “haremos bien en meditar sobre el hombre, en su ingenio prodigioso, en su coraje temerario, en su progreso fantástico. Dominado por el cosmos como un punto imperceptible, el hombre con el pensamiento lo domina y ¿quién es el hombre? ¿Quiénes somos nosotros, capaces de tanto?”.
“La admiración, el entusiasmo, la pasión por los instrumentos, por los productos del ingenio y de la mano del hombre nos fascinan, tal vez hasta la locura. Y aquí está el peligro: debemos resguardarnos de esta posible idolatría de los instrumentos”, señaló.
El Santo Padre resaltó que “es totalmente necesario que el corazón del hombre se haga mucho más libre, mucho más bueno y religioso, mientras mayor y más peligrosa sea la potencia de las máquinas, de las armas, de los instrumentos que el hombre pone a su disposición”.
En este día, resaltó, donde se ha visto “el verdadero triunfo de los medios producidos por el hombre para el dominio del cosmos” es necesario “no olvidar la necesidad y el deber que el hombre tiene de dominarse a sí mismo”.
Tras recordar algunos conflictos de ese entonces como la Guerra de Vietnam o la que sostenían El Salvador y Honduras, San Pablo VI cuestionó: “¿Dónde está la verdadera humanidad, la hermandad, la paz? ¿Cuál sería el verdadero progreso si estos desastres perduran y se agravan?”.
“Que el progreso del que hoy celebramos una sublime victoria, se dirija al verdadero bien temporal y moral de la humanidad. Y por eso rezamos”, concluyó.
El viaje de regreso a la Tierra de los tres astronautas estadounidenses culminó el 24 de julio con el aterrizaje en el Océano Pacífico con lo que se puso fin a la misión del Apolo 11.
Texto realizado por: Walter Sánchez Silva/ Artículo tomad de www.aciprensa.com