Scarlett Alrich tenía 20 años cuando empezó a coquetear con un preso de la prisión donde ejercía labores de vigilancia. Posteriormente, sostuvo una relación sentimental con él pero sus jefes no tardaron en enterarse.
Esta mujer, que trabajaba en el centro penitenciario HM Prison Full Sutton en Inglaterra, empezó a coquetear con este este hombre señalado de robo con arma armada por simple curiosidad, pero todo se fue saliendo de control.
Tras las miradas y la evidencia de su comportamiento extraño, sus compañeros empezaron a notar que ella le dedicaba mucho tiempo y las sospechas de una posible relación fueron creciendo.
En ese momento comenzaron las habladurías y los chismes de pasillo, que llegaron hasta los oídos de los jefes de la penitenciaria, que, tras someterla a un examen médico, descubrieron que la guarda tenía un tatuaje secreto en una pierna con el número de teléfono del delincuente.
Los padres de la joven también eran agentes de policía y justamente manifestaron su frustración por el hecho de que su hija se involucrara sentimentalmente con un delincuente, según confirmó The Sun.
El tribunal que le dio condena a la joven también aseguró que encontraron en la celda del detenido cartas de amor que ella metía al centro penitenciario de manera irregular.
El juez encargado del caso aseguró sobre el tema lo siguiente: «Recibió capacitación sobre los peligros obvios de desarrollar relaciones cercanas con los reclusos. A pesar de esto, desarrolló una relación con un recluso que cumplía condena por robo. (…) Puso en peligro la seguridad y la protección de la prisión».
Scarlett Aldrich, que vive en el pueblo de Sowerby, cerca de Thirsk, North Yorkshire, Inglaterra, no mostró ninguna emoción cuando fue encarcelada y admitió de mala gana los cargos.