Los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Chile, Gabriel Boric, se reunieron en las últimas horas con la intención de fortalecer los lasos entre ambos países.
Petro y Boric, quienes comparten liderazgo en la nueva ola progresista de Latinoamérica, buscan la unidad regional para fortalecer las democracias.
El presidente Gustavo Petro acudió al Palacio de la Moneda de Chile donde dio un discurso en medio de su visita a territorio austral.
Petro no ocultó lo conmovido que estaba en Santiago de Chile, país que vivió una dictadura que dejó miles de víctimas hace varias décadas.
En medio de lágrimas, el presidente de Colombia recordó el porqué acabó en las filas de la guerrilla del M-19, un grupo desmovilizado a finales de los años 80 y que se desmovilizó para sumarse a la política colombiana sin armas después de la Constitución de 1991.
Al respecto, Petro aterrizó su llegada a la guerrilla con lo acontecido en Chile con Salvador Allende, quien vivió un golpe de estado.
“Cuando aquí entraron disparando y acabaron con el primer presidente de izquierda elegido popularmente en la historia de América de Sur, yo decidí la toma de las armas”, señaló Petro para argumentar su llegada al M-19.
En medio de lágrimas, Petro recordó que fue en su adolescencia y juventud que evidenció la difícil situación de quienes se consideran de izquierda en Latinoamérica.
“Mi generación joven y Colombia quedó devorada por la violencia, nos equivocamos o no, pero creímos, esos jóvenes, que si ese era el camino, lo tomábamos. Después de 30 años, luego de dictaduras, de desaparecidos, de torturas y de millones en el exilio, de nuestra propia lucha en Colombia y, quizás de manera precursora en Colombia, un 1989 decidimos que ese no era el camino, no nos obligaron, no llegó ningún norteamericano a asustarnos, nos convencimos que no era el camino, le dijimos a toda la generación de combatientes jóvenes que el camino de una revolución armada no era necesario”, explicó el jefe de Estado en su periplo por Chile.
Por último, Gustavo Petro insistió en la necesidad de un “gran pacto democrático” para América Latina donde la paz sea primordial.