La legalización de la cocaína es tal vez uno de los temas más complejos que se han venido tocando en los últimos años en Colombia. Y todo por cuenta del sufrimiento que ese narcótico ha causado al país desde los años 80, cuando se dio el surgir del Cartel de Medellín, Cartel de Cali y otros más.
Tras un mes de su llegada al poder, el presidente Gustavo Petro Urrego ha insistido en la necesidad de abrir el debate alrededor de la legalización de la cocaína, pero no como una decisión a nivel local sino algo que implique también a las naciones más poderosas del mundo.
En Buenaventura (Valle del Cauca), donde se adelantó un Puesto de Mando Unificado (PMU), Petro dijo que mientras la cocaína sea ilegal, seguirá siendo el motor para que las organizaciones criminales hagan dinero. Esto, como es lógico, con una profundizando de la violencia que se vive en varias regiones de Colombia.
El Jefe de Estado además fue claro en advertir que esa decisión no es potestad del presidente de Colombia sino de los “centros de poder mundial”, refiriéndose a las naciones más poderosas del planeta.
“¿Por qué es un instrumento? La cocaína está prohibida y no somos nosotros aquí en este sitio y ni siquiera el presidente de la República que va a decir que se legaliza porque eso depende es de los centros de poder mundial”, recalcó Petro.
Además, dijo que mientras la cocaína sea ilegal seguirá siendo ese mecanismo para hacer dinero, con un poder “mortífero y violento”.
Por último, Petro prometió en Buenaventura hacer todo lo que esté a su alcance para mitigar el daño que hace el negocio ilegal de la cocaína en varias regiones del país. En ese sentido, la intención del presidente es lograr la captura de los jefes de las estructuras de tráfico de drogas y no a los muchachos de barrio que son los últimos en la escala de este negocio.