La devoción al Sagrado Corazón de Jesús fue siendo enseñada paulatinamente por el propio Dios a lo largo de los siglos. En el Antiguo Testamento ya había versículos al respecto, por ejemplo: «Todos mis huesos están dislocados, mi Corazón es como cera que se derrite dentro de mis entrañas» (Sal 22,15). «El oprobio me destroza el Corazón» (Sal 69,21).
El Nuevo Testamento también habla del Divino Corazón: «Aprendan de Mí, que soy de Corazón manso y humilde» (Mt 11,29); «Se le conmovió el Corazón porque estaban como ovejas sin pastor» (Mc 6,34); «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba, si cree en Mí. Pues como dice la Escritura: brotarán de su Corazón ríos de agua viva» (Jn7,37-39), etc.
UN CAMINO LARGO
Luego Cristo fue preparando a su Iglesia para que abrazara de forma más clara y consciente la devoción a su Sagrado Corazón, ello mediante reflexiones teológicas y hasta revelaciones privadas a una serie de místicos y santos; entre ellos, y en orden cronológico: san Juan Crisóstomo (siglo IV), san Ambrosio (siglo IV), san Agustín (siglo V), san Anselmo de Canterbury (siglo XI), san Guillermo de Saint-Thierry (siglo XII), santa Lutgarda (siglo XIII), santa Matilde de Hackeborn (siglo XIII), santa Gertrudis la Grande (siglo XIII), santa Ángela de Foligno (siglo XIV), beato Heinrich Seuse (siglo XIV), santa Juliana de Norwich (siglo XIV), santa Catalina de Siena (siglo XIV), santa Teresa de Jesús (siglo XVI), san pedro Canisio (siglo XVI), santa Margarita María de Alacoque (siglo XVII), san Claudio de la Colombière (siglo XVII), santa Verónica Giuliani (siglo XVII y XVIII), beato Bernardo de Hoyos (siglo XIX), beata María del Divino Corazón de Jesús (siglo XIX), y beata Alexandrina de Balasar (siglo XX).
EL TIEMPO ADECUADO
Fue a partir de santa Margarita María que la devoción al Sagrado Corazón se volvió más clara y popular. ¿Pero por qué tardo tanto tiempo de preparación? La respuesta llegó a través de santa Gertrudis: esta religiosa recibía revelaciones celestiales mediante visiones, y en una ocasión en que Cristo la dejó descansar su cabeza sobre la Llaga de su Costado, ella escuchó el palpitar del Sagrado Corazón y vio al Apóstol san Juan, a quien le preguntó por qué no había escrito en el Evangelio más acerca de cuando él mismo se reclinó sobre el pecho del Señor (cfr. Jn 13, 21-25).
San Juan le contestó a santa Gertrudis que la revelación del Sagrado Corazón de Jesús estaba reservada para tiempos posteriores cuando el mundo, aumentando en frialdad, necesitaría ser reavivado en el amor.
Pues bien, justo éstos son esos tiempos. Dios ha preparado de tal manera las cosas que hizo que coincidiera con importantes avances científicos, y de este modo hoy es posible investigar no sólo los milagros eucarísticos contemporáneos sino los de mucho tiempo atrás. ¡Y los resultados han sido tan sorprendentes como contundentes!
LA CIENCIA HABLA
Entre los prodigios analizados por la ciencia actual figuran:
- El milagro de Lanciano, Italia, del año 700, donde la Hostia y el Vino consagrados se tornaron visiblemente en Carne y Sangre.
- El milagro eucarístico del Santuario Mariano de Finca Betania en Cúa, del 8 de diciembre de 1991.
- El milagro eucarístico de Tixtla, en el estado mexicano de Guerrero, del 21 de octubre de 2006, cuando al repartirse la Comunión había una Hostia manchada de sangre.
- El milagro eucarístico de Sokólka, Polonia, del 12 de octubre de 2008, cuando accidentalmente se cayó una Hostia durante la distribución de la Comunión y, puesta en agua para que se disolviera y guardada en el Sagrario (como marcan las normas), ésta sangró.
- El milagro eucarístico de Legnica Polonia, del 25 de diciembre de 2013, ocurrido en situaciones similares al de Sokólka.
En los cinco casos la ciencia encontró que las muestras analizadas corresponden a tejido cardiaco humano, procedente de una persona con sangre tipo AB (el mismo de la Sábana Santa); más aún, que dicho tejido está vivo.
Tomado de: El Observador de la Actualidad