La gigantesca hidroeléctrica de Belo Monte, levantada en pleno corazón de la Amazonía brasileña, fue acusada ante la Justicia federal por la muerte de casi 30 toneladas de peces que fueron destrozados por las turbinas de la presa, informaron este viernes fuentes oficiales.
La denuncia, que pide una multa por 69 millones de reales (unos 13,2 millones de dólares) fue impuesta por la Procuraduría General de la Nación a Norte Energía, una subsidiaria de la estatal petrolera Petrobras, que actualmente opera la hidroeléctrica de Belo Monte.
Belo Monte es una polémica planta construida sobre el río amazónico de Xingú, mediante una inversión de 26.000 millones de reales (unos 5.000 millones de dólares) y levantada en medio de protestas de ambientalistas, pescadores e indígenas.
La gigantesca presa sólo es menor en potencia que la hidroeléctrica china de Tres Gargantas (20.300 megavatios) y que la binacional brasileño-paraguaya Itaipú (14.000 megavatios).
De acuerdo con la acusación, la hidroeléctrica actuó con «intención» y sin tomar en cuenta las medidas exigidas por los órganos ambientales, ya que la mortandad de los especímenes, ocurrió entre 2015 y 2019 y el impacto de las máquinas sobre los peces fue advertido en los estudios previos a la entrada en funcionamiento de la presa.
«Según la licencia de operación de la hidroeléctrica, era obligación del concesionario evitar la muerte de los peces, pero desde que la empresa obtuvo la licencia, en noviembre de 2015, ha incumplido sistemáticamente las exigencias técnicas», señala el comunicado divulgado hoy por la Procuraduría.
La primera matanza de peces ocurrió poco después de que la primera presa de la hidroeléctrica fuera terminada, en noviembre de 2015. «En los meses siguientes se mataron 54.000 peces, equivalentes a más de 16 toneladas», indicó el ente acusador.
Las autoridades ambientales multaron a la empresa por la infracción ambiental y determinaron el pago de 27 millones de reales (unos 5 millones de dólares). No obstante, según la Procuraduría, al año siguiente se volvió a provocar la muerte de casi cuatro toneladas de pescado, un hecho que siguió ocurriendo durante 2018 y 2019.