El estudio, titulado “Asociación entre asistencia a servicios religiosos y menores tasas de suicidio entre mujeres estadounidenses”, concluyó que “la asistencia frecuente a servicios religiosos estaba asociada con una tasa significativamente más baja de suicidio”.
VanderWeele y Siniff señalaron que “la salud y la religión están muy conectadas” y, de acuerdo al estudio publicado a mediados de 2016, los adultos que van a Misa al menos una vez a la semana, en comparación a quienes no asisten en lo absoluto, “han estado mostrando tener un menor riesgo de morir en la próxima década y media”.
“Los resultados han sido replicados en suficientes estudios y poblaciones para ser considerados bastante confiables”, aseguraron.
Si bien precisaron que “la ciencia no se adhiere a una fe sobre otra, o sugiere qué debe hacer la sociedad con esa información”, destacaron que tanto la sociedad en su conjunto y cada persona podrían aprovechar estos resultados.
“Los medios informativos, la academia y el público en general podrían usar esta nueva comprensión del gran valor social de la religión”, indicaron, mientras que para cada persona, “esta investigación hace una invitación no tan sutil a reconsiderar qué es lo que la religión puede hacer por ellos”.
Quienes asisten a Misa, señalaron, “son menos propensos a fumar, o más propensos a dejar de fumar por completo, produciendo significativos beneficios de salud”.
Además, destacaron, “la investigación en Harvard y en otras partes indica que, posiblemente debido a un mensaje de fe o esperanza, quienes asisten a servicios son más optimistas y tienen menores tasas de depresión. La investigación de Harvard también ha mostrado que la asistencia protege contra el suicidio”.
“Otros han encontrado que quienes van a la iglesia aseguran tener un propósito más grande en la vida, y desarrollan más autocontrol”.
Mientras que algunos estadounidenses han reemplazado la asistencia a Misa, que “es vista como “pintoresca y anticuada”, por la “espiritualidad”, VanderWeele y Siniff precisaron que ir a la iglesia y no una “espiritualidad privada o práctica solitaria”, lo beneficioso para la salud.
“Algo en la participación religiosa comunitaria parece ser esencial”, señalaron.
Asistir a Misa, dijeron, “ha mostrado que incrementa la probabilidad de un matrimonio estable, eleva el sentido propio de significado, y extiende la propia red social”, así como “lleva a mayores donaciones caritativas y un voluntariado y compromiso cívico más robusto”.
VanderWeele y Siniff destacaron que “algo en la experiencia y participación religiosa comunitaria importa. Algo poderoso parece suceder ahí, y mejora la salud”.
“Esto tiene importantes implicaciones para el grado en el que la sociedad promueve y protege a las instituciones religiosas”, entre otros, señalaron.
Artículo tomado de www.aciprensa.com