Dos hombres juzgados en el Reino Unido en el caso del camión frigorífico en cuyo interior se hallaron muertos a 39 migrantes vietnamitas, incluidos mujeres y niños, en 2019 en Inglaterra, fueron declarados culpables de homicidio involuntario el lunes.
Gheorghe Nica, de 43 años, acusado de ser uno de los principales organizadores de esta red de tráfico de personas, y Eamonn Harrison, un camionero de 24 años que transportó el remolque durante una parte del trayecto, eran juzgados desde principios de octubre en Londres. Ambos negaron los cargos. Sus sentencias serán dictadas en una fecha posterior.
El 23 de octubre de 2019, los cadáveres de 31 hombres y ocho mujeres, entre ellos dos adolescentes de 15 años, fueron encontrados dentro de un camión parqueado en la zona industrial de Grays, al este de Londres. El remolque había llegado en barco desde el puerto belga de Zeebrugge.
Los migrantes habían muerto de asfixia e hipertermia debido a las altas temperaturas en el remolque del camión herméticamente cerrado.
Harrison, originario de Irlanda del Norte, que había depositado el remolque en Zeebrugge el 22 de octubre, afirmó durante el juicio que ignoraba la presencia de 39 personas en su interior.
Pero no era la primera vez que se le descubría pasando migrantes: en mayo de 2018, la policía fronteriza lo detuvo cuando llevaba a 18 vietnamitas sentados en cajas de gofres en su camión. Y también entonces dijo que estaba sorprendido por el descubrimiento.
Los dos principales sospechosos en este caso, Maurice Robinson, que condujo el camión en Inglaterra, y Ronan Hughes, acusado de haber organizado el movimiento de los camioneros implicados en el tráfico, se declararon culpables y esperan sentencia.
Operativo policial internacional
Entre las víctimas, Pham Thi Tra My, de 26 años, había enviado un mensaje de texto escalofriante a sus familiares, horas antes de ser descubiertos los cuerpos: «Mamá, papá, los quiero muchísimo. Me muero, ya no puedo respirar».
Numerosas víctimas de este drama procedían de una región pobre del centro de Vietnam, donde las familias se endeudan por miles de dólares para poder enviar a uno de los suyos al Reino Unido, a través de redes clandestinas, con la esperanza de que encuentren un empleo bien remunerado.
La tragedia conmocionó al país y sacó a luz los potenciales peligros de la inmigración ilegal, con traficantes sin escrúpulos que se aprovechan de la vulnerabilidad de las personas, muchos de los cuales a menudo terminan reducidos a una situación de semiesclavitud.
Siete personas fueron condenadas el 15 de septiembre en Vietnam por su participación en este tráfico, las primeras sanciones penales impuestas en el caso.
Un tribunal de la provincia de Ha Tinh había dictado penas de entre dos y medio y siete años y medio de prisión contra cuatro vietnamitas, de entre 26 y 36 años, culpables de participar a diferentes niveles en «la organización de tráfico ilícito de migrantes». Otros tres miembros del grupo fueron sentenciados a penas de prisión en suspenso.
También fueron abiertas investigaciones en Francia y Bélgica, 13 sospechosos fueron inculpados en cada uno de estos países gracias al despliegue de un vasto operativo policial internacional.
El gobierno británico, que ha convertido el control de la inmigración ilegal en un caballo de batalla del Brexit, se ha enfrentado este año a una cantidad sin precedentes de intentos de cruzar el Canal de la Mancha desde Francia, a menudo en embarcaciones precarias.