Infierno de alta tecnología», «Alcatraz rocoso», «SuperMax»: son algunos de los sobrenombres de la cárcel a la que podría ser enviado el narcotraficante Joaquín «Chapo» Guzmán, que es considerada una de las más seguras y crueles de Estados Unidos.
Construida en 1994 en el corazón de un desierto montañoso, de esta instalación rodeada de torres de vigilancia y hombres fuertemente armados es prácticamente imposible escapar, incluso para El Chapo, que se fugó de prisiones de máxima seguridad en México en dos oportunidades.
Los prisioneros más peligrosos están confinados 22 horas y media al día en una celda de hormigón y acero de 2,1 por 3,6 metros, de la que solo pueden salir con grilletes en pies y manos.
Robert Hood, un exguardia en Florence, dijo que esta prisión no era más que «una versión del infierno más limpio», «mucho peor que la muerte».
El Chapo se unirá allí a otros narcotraficantes condenados, pero también a condenados por terrorismo comoRamzi Youssef, autor intelectual de los primeros ataques al World Trade Center en 1993; Zacarias Moussaoui, el francés condenado en relación con los ataques del 11 de septiembre del 2011; o Djokhar Tsarnaev, condenado a muerte por los ataques de Boston en 2013.
La cotidianidad de los prisioneros de máxima seguridad no es color de rosa: están encerrados en solitario en la celda de 8 m2, con una cama, un escritorio y un banco de concreto. Una ducha, inodoro y lavamanos de acero inoxidable y la luz del día pasa por un agujero profundo de 10 cm de ancho a 120 cm de altura, que impide ver hacia el exterior.
Las celdas tienen una puerta de acero sellada, por lo que los reclusos no pueden hablar entre ellos. El único contacto humano viene con las pocas palabras que intercambian con los guardias, cuando traen y se llevan la comida.
Las visitas están permitidas, pero tienen que ser aprobadas por la cárcel. Según los abogados del Chapo, la joven esposa Emma Coronel no será autorizada a verlo.
El único momento para ver la luz del sol es en los minutos de «recreación». Tres o cinco guardias llevan al recluso en cadenas a una especie de jaula, no mucho más grande que la celda, donde finalmente puede ver el cielo y hablar, si coinciden, con otros presos en jaulas vecinas.
La distracción se limita a un poco de deporte, alternado con la recreación en la jaula, dibujos, libros y ver Netflix, DVD u otros programas en una televisión dentro la celda.
Uno de los abogados del Chapo dijo a la AFP que las condiciones esta cárcel eran mejores a las que su cliente ha tenido en la de Manhattan donde ha estado recluido por dos años.