«Dios da la Fe. Yo no puedo obtenerla. No se pueden hacer méritos, ni se pueden hacer cursillos para conseguir la Fe… El hombre da libremente el paso de querer creer, que es un dejarse amar por Cristo, que nunca ha hecho otra cosa que amarme. La Fe es consentimiento del alma, decía San Juan de la
Cruz. Es abrir el corazón; coger mi propio corazón y abrirlo. Si Dios ve ese deseo sincero, da el don de la Fe. “Que le vean y comunicar sus grandezas, y darles sus tesoros, no lo quiere sino con los que entiende mucho le desean”. “Estoy convencida, sí, pero… aún no creo”… le dijo la Sra. Daiber, una inteligente mujer de origen alemán, atea, a un sacerdote con el que llevaba meses discutiendo sobre la
existencia de Dios. El padre replicó: “La Fe es un don de Dios, y yo no puedo dársela. Usted debe pedir la Fe a Dios en humilde oración”.
La Fe requiere humildad. No recibirás respuesta si estás en la actitud de muchos hombres de hoy, que están como esperando, sentados en un cómodo butacón, con las piernas estiradas, diciendo… “a ver… si es verdad, ¡que me lo demuestren!”. Ésa fue la actitud de Herodes, que quiso ver a Jesús para que hiciese algunos “milagritos”, y así creer en Él. No obtuvo ninguna respuesta. No podemos tratar a Dios así. Eso es tentarle. “Para enamorarse Dios del alma, no pone los ojos en su grandeza, sino en la grandeza de su humildad”. “Eso que pretendes, y lo que más deseas no lo hallarás por esa vía tuya, ni por la alta contemplación, sino en la mucha humildad y rendimiento del corazón”… En todo caso, desde aquí, desde nuestra sencillez, hacemos una solemne promesa en nombre de Jesucristo. Él te promete, desde ahora, la vida eterna; Él te promete la felicidad; te promete llenar tu corazón de su amor; dar sentido a tu vida. Él no te fallará. Si realmente te humillas y pides la Fe, si aceptas “la apuesta” y demuestras en tu vida, con obras, que quieres conocer a Cristo, Él no te dejará. Confía en Él. “Confiar en Él quiere decir, por supuesto, intentar hacer todo lo que Él dice. Si os habéis puesto verdaderamente en sus manos, de esto debe seguirse que estáis tratando de obedecerle.
Estas son unas pautas orientativas, unas ideas sobre qué se puede y debe hacer para llevar a la vida la Fe cristiana: la amistad, los sacramentos, la oración, las obras de caridad.»
Porqué creo en Dios y soy católico. Antonio Macaya. 2a edición Ediciones Cristianas. España. 2004.