El nuevo coronavirus se cobró más de 30.000 muertos solamente en Europa, con España alcanzando un nuevo récord diario este miércoles, y ha sumido al planeta en la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial según la ONU.
Con 864 muertos en las últimas 24 horas, para un total de 9.053 decesos, y más de 100.000 casos oficialmente declarados, España sigue el trágico ritmo de Italia (12.428 muertos hasta el martes), y son los dos países europeos más afectados por la COVID-19.
«Es un poco ‘escóndete, que viene el bombardeo’, es un virus en vez de bombas», afirmó en una cruda comparación Pepa Peña, de 61 años, en Madrid, la región más golpeada de España por el virus.
En Italia se formaban largas colas delante de comedores populares mientras algunos supermercados fueron blanco de pillajes, según la prensa.
Otro medio millón de italianos necesita ayuda para poder comer, que se suma a los 2,7 millones de personas necesitadas el año pasado, indicó el mayor sindicato de agricultura del país Coldiretti.
«Normalmente servimos a 152.525 personas. Ahora tenemos 70.000 peticiones más», ilustró Roberto Tuorto, al frente de un banco de alimentos.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump pidió a sus compatriotas estar «listos para los días muy difíciles que nos esperan», y agregó que las próximas «serán dos semanas muy, muy dolorosas».
Las muertes en Estados Unidos por la COVID-19 superaron las 4.000 en la madrugada del miércoles, cifra que se duplicó en tres días, de acuerdo con el recuento que realiza la Universidad Johns Hopkins.
En todo el mundo, el coronavirus ya dejó más de 41.000 muertos, con otros países muy golpeados como Irán, que superó los 3.000.
Cerca de la mitad de la población del mundo se encuentra bajo algún tipo de confinamiento, mientras los países buscan desesperadamente detener el avance del virus que ya infectó a más de 830.000 personas en el planeta desde que se desató en diciembre en China.
Pero el confinamiento es difícil de cumplir en numerosos países, en especial en África y América Latina, donde millones de personas viven gracias a una economía sumergida y habitan en lugares superpoblados.
Los estragos económicos
El cierre temporal de empresas y el parón de la actividad económica que ha provocado tales medidas ha dejado a muchos trabajadores sin ingresos y sus consecuencias empiezan a notarse en los países más golpeados.
Por ejemplo, la industria del automóvil registró una caída histórica de más del 70 % en el mercado francés.
La ansiedad por el avance de la pandemia volvía este miércoles con fuerza a los mercados, con fuertes pérdidas en las bolsas europeas y de Asia.
Mientras en Italia y en España deberían avecinarse el pico de contagios después de varias semanas de confinamiento, este no se avizora en Norteamérica.
Estados Unidos registraba unos 189.000 contagios, una cifra que se duplicó en apenas cinco días.
Integrantes del equipo especial de lucha contra la pandemia del gobierno de Trump difundieron un sombrío pronóstico de entre 100.000 y 240.000 muertes en el país en los próximos meses, si se respetan las restricciones actuales.
Nueva York inició una carrera contrarreloj para aumentar la capacidad de sus hospitales antes del pico de la epidemia, esperado «de aquí a entre siete y 21 días», según el gobernador del estado, Andrew Cuomo.
En Manhattan se levantaron hospitales provisorios en un centro de conferencias y en pleno Central Park, en tanto se proyecta otro en el centro deportivo de Flushing Meadows.
«Es como una zona de guerra», dijo Donald Trump.
«La humanidad está en juego»
En América Latina, donde se han registrado poco menos de 19.000 infectados y más de 500 muertos, varios países anunciaron una prolongación de las medidas, en un intento de evitar el colapso de sus sistemas sanitarios.
Cuba anunció incluso la cancelación del emblemático acto del Día de los Trabajadores el 1 de mayo.
Las turbulencias económicas y políticas que provoca el virus suponen un peligro real para la relativa paz que el mundo ha vivido en las últimas décadas, dijo el martes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
«Se trata de una combinación, por un lado, de una enfermedad que es una amenaza para todos en el mundo, y en segundo lugar, porque tiene un impacto económico que provocará una recesión sin precedentes en el pasado reciente», dijo Guterres.
«La humanidad está en juego», advirtió.
«La combinación de esos dos factores y el riesgo de que contribuya a una creciente inestabilidad, una creciente violencia y un creciente conflicto lo que nos hace creer que esta es, de hecho, la crisis más retadora que hemos enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial», explicó.
Los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G20, que se reunieron el martes por teleconferencia, prometieron ayudar a los países más pobres a soportar el fardo de su deuda y asistir a los mercados emergentes.
La semana pasada, los líderes de este grupo de países más ricos y emergentes había dicho que inyectarían 5 billones de dólares en la economía global para disipar los temores de una recesión.
Casos asintomáticos en China
En Wuhan, la ciudad en la que se originó la pandemia, las medidas de confinamiento se iban levantando progresivamente, y los primeros pasos al aire libre de sus habitantes son para homenajear a los muertos.
Paralelamente, China reportó este miércoles 1.367 casos asintomáticos de coronavirus que se suman a los 81.554 contagios registrados, al publicar por primera vez el número de personas actualmente positivas pero sin manifestar fiebre y tos características de la COVID-19.
En tanto, la escasez derivada de la pandemia ha provocado protestas en algunos países pobres, por ejemplo en África. «En Nigeria, cuando uno trabaja ya pasa hambre. Imagínese cuando no puede trabajar», dice Samuel Agber, reparador de aparatos de aire acondicionado.
En Port Elizabeth, Sudáfrica, una anciana se indigna: «Qué nos importa este virus, si tenemos hijos y nietos que alimentar».