El Papa Francisco aseguró hoy que «las armas de la paz son el encuentro, el diálogo, la acogida», y animó a los jóvenes a «aprender» a utilizarlas porque «mientras los señores de la guerra obligan a tantos a luchar contra sus hermanos y hermanas, necesitamos lugares donde se pueda vivir la fraternidad».
«Este es el camino, porque el mundo cambia en la medida en que nosotros cambiamos», dijo el pontífice durante una audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano a miembros del Servicio Misionero Juvenil italiano (SERMIG), fundado en 1964 por el activista italiano Ernesto Olivero para luchar contra las desigualdades sociales.
Francisco explicó que el SERMIG «es una especie de gran árbol que creció de una pequeña semilla plantada en Turín (norte de Italia) a principios de los años sesenta, una época muy fructífera».
«Basta sólo pensar en el pontificado de San Juan XXIII y en el Concilio Vaticano II. En aquellos años diversas experiencias de servicio y vida comunitaria germinaron en la Iglesia, a partir del Evangelio», dijo.
Entre los numerosos acontecimientos de la historia del SERMIG, Francisco quiso resaltar «uno que, en este momento de la historia, destaca con una fuerza extraordinaria: Me refiero a la transformación del Arsenal Militar de Turín en el «Arsenal de la Paz». Es un hecho que habla por sí solo. Es un mensaje, por desgracia dramáticamente actual».
«¿Y qué se ‘fabrica’ en el Arsenal de la Paz? ¿Qué se está construyendo? Armas artesanales de paz, que son el encuentro, el diálogo, la aceptación. ¿Y cómo se fabrican? A través de la experiencia: en el Arsenal los jóvenes pueden aprender concretamente a encontrarse, dialogar, acoger. Este es el camino, porque el mundo cambia en la medida en que nosotros cambiamos. Mientras los señores de la guerra obligan a tantos jóvenes a luchar contra sus hermanos y hermanas, necesitamos lugares donde podamos experimentar la fraternidad», añadió.
Según el papa argentino, «el sueño que anima los corazones de los amigos de SERMIG es la esperanza de una mundo fraternal» y si «compartes este sueño, de hecho formas parte de él», dijo celebrando que el movimiento de Olivero «ha dado vida en los últimos años al Arsenal de la Esperanza en Sao Paulo, el Arsenal del Encuentro de Madaba (Jordania), el Arsenal de la Armonía de Turín».
Incluso los no creyentes pueden trabajar en ello: «Todo hombre y mujer de buena voluntad puede trabajar en los Arsenales de paz, esperanza, encuentro y armonía», aseguró, aunque «se necesita un comunidad de fe y oración que mantiene el fuego encendido para todos», «una comunidad de personas que abrazan plenamente la vocación y la misión de la fraternidad y la llevan a cabo de manera estable».