El primer ministro Saad Hariri dimitió por la presión de las manifestaciones.
Líbano vivía este jueves otra jornada de protestas, con nuevos cortes de carreteras, en la tercera semana de un movimiento sin precedentes en el país y a pesar de la dimisión del gobierno.
Dos días después de la dimisión del primer ministro Saad Hariri por la presión de la calle, las negociaciones para formar un nuevo gobierno parecen estar en punto muerto.
El presidente de Líbano, Michel Aoun, también objeto de críticas, tiene previsto dar un mensaje al país este jueves coincidiendo con el tercer aniversario de su llegada al poder.
Algunas escuelas y universidades reanudaron las clases y los bancos deberían abrir de nuevo el viernes pero algunos manifestantes volvían este jueves a bloquear carreteras.
Las fuerzas antidisturbios dispersaron por la mañana a los manifestantes que bloqueaban el acceso a Beirut. «¡Vuestros hermanos están con nosotros, no podéis atacarnos!» gritaba a los soldados un joven en una escena retransmitida en directo por televisión.
«No vamos a bajar los brazos«, aseguró por su parte a la AFP Tarek Badoun, de 38 años, sentado en la carretera que cruza Beirut.
Igual que sus compañeros de protesta, Tarek Badoun quiere renovar completamente a los políticos y reformar un país lastrado por la corrupción, al borde de la quiebra y víctima de problemas recurrentes de agua y electricidad treinta años después del final de la guerra civil (1975-1990).
La dimisión el martes de Hariri fue recibida como una victoria por los manifestantes, y se vieron escenas de celebración popular en el norte y el sur del país.
La casi totalidad de cortes de carretera habían cesado tras la dimisión aunque se reanudaron el miércoles, en particular en Trípoli, una gran ciudad del norte del país y epicentro de las protestas.
Las manifestaciones empezaron el 17 de octubre con el anuncio de un impuesto, anulado poco después, a las llamadas a través del sistema de mensajería WhatsApp y que desató la ola de protestas.