El número de elefantes hallados muertos en Zimbabue desde el pasado viernes por una misteriosa enfermedad ha aumentado de 12 a 22, informó hoy a Efe Tinashe Farawo, el portavoz de los Parques Nacionales y la Autoridad de Gestión de la Vida Salvaje de Zimbabue (Zimparks).
La semana pasada, 12 elefantes fueron encontrados muertos en la Reserva Forestal Panda Masuie, próxima al Parque Nacional Hwange (oeste).
Los nuevos cadáveres se descubrieron esta semana: cuatro en la cercana zona de Woodlands Estate, y los seis restantes en el Parque Nacional Zambezi, cerca de las famosas cataratas Victoria (oeste).
«Seguiremos haciendo reconocimientos aéreos y usando drones para ver si hay otros animales afectados «, dijo Farawo.
La edad estimada del elefante más maduro era de 30 años y la del más joven, de 15.
Al igual que los primeros 12 elefantes encontrados la semana pasada, estos últimos tenían sus colmillos intactos, lo que sugiere que no murieron a manos de los cazadores furtivos, que a veces han usado cianuro para matar a elefantes en Hwange y sus alrededores.
Farawo explicó que se tomaron muestras de los últimos cadáveres para realizar pruebas de laboratorio con el fin de determinar la causa de la muerte, aunque se sospecha que los paquidermos pudieron fallecer a causa de una enfermedad bacteriana que contrajeron mientras buscaban comida a ras del suelo.
«Si nos fijamos en los grupos de edad de los animales, son (en su mayoría) jóvenes que no pueden alcanzar las ramas de los árboles», precisó el portavoz.
Entre marzo y junio pasado se encontraron hasta 300 elefantes muertos, también con su marfil intacto, en la vecina Botsuana. Las pruebas realizadas a esos cadáveres no han resultado concluyentes.
Botsuana y Zimbabue cuentan con las mayores poblaciones de elefantes de África.
Las autoridades de Zimbabue estiman que su propia población de elefantes se cifra en unos 80.000 y que ha excedido el umbral natural.
El Gobierno zimbabuense usa ese argumento para justificar las cacerías organizadas y la exportación de ejemplares jóvenes a zoológicos y parques de safaris en el extranjero, a fin de recaudar fondos con los que amortiguar los efectos de la maltrecha economía nacional.