Javier llora el tortuoso recorrido que tuvo que hacer su padre en busca de una plaza en un hospital; Beatriz se derrumba cuando debe rechazar a un enfermo de coronavirus por falta de respiradores. Son realidades que contrapone el saturado sistema de salud mexicano.
Jacinto Yáñez, albañil de 78 años, buscó atención en tres centros médicos antes de ser admitido el pasado martes en uno de Iztapalapa, municipio capitalino que concentra el mayor número de contagiados del país. El periplo duró más de diez horas, cuenta su hijo Javier a la AFP.
«El estrés baja las defensas. Todo ese traslado, el estar esperando fue también lo que disminuyó» sus fuerzas, añade Javier frente al Hospital de Especialidades Dr. Belisario Domínguez, donde su papá lucha contra la enfermedad.
En los otros hospitales la respuesta fue la misma: «No hay camas ni oxígeno«, cuenta el analista químico de 28 años, empleado de un laboratorio farmacéutico.
En el centro de salud de Iztapalapa, alrededor del cual el ajetreo en las calles no para, les dijeron que había insumos y equipo pero «no médicos ni enfermeras«, relata indignado el joven.
Jacinto tuvo que aguardar en su auto y finalmente fue ingresado. Sus familiares se quedaron afuera por varias horas y solo supieron que lo iban a intubar.
No tuvieron más remedio que irse, como les pidió el centro médico, y esperar el reporte telefónico.
Déficit de médicos
Afuera del Hospital General de la Ciudad de México Dr. Eduardo Liceaga, un joven espera noticias de su hermano. Dice que las dan a gritos desde una ventana enrejada.
Sonia Rojas, comerciante de 33 años, cuenta consternada que a su cuñado lo tienen en una silla en el área de aislamiento de ese hospital, a la espera de una cama.
La falta de informes regulares para las familias ha provocado escenas de tensión en varios hospitales públicos de México, donde en promedio hay 1,6 médicos por cada 100.000 habitantes, cuando se requerirían 3,4 para una atención adecuada, según Alejandro Svarcg, coordinador del Instituto de Salud para el Bienestar.
Para atender la emergencia en este país de 120 millones de habitantes -a punto de alcanzar el pico estimado de contagios-, el gobierno destinó 700 hospitales y busca contratar temporalmente a cientos de médicos.
Pero no parece suficiente. En Cancún (sureste) se han vivido momentos dramáticos, pues parte del personal se niega a atender a los infectados por la escasez de mascarillas N95 (una protección de calidad extendida en el ámbito de la salud), dice bajo anonimato una enfermera del Hospital General de ese balneario.
La noche del miércoles, solo seis enfermeras atendían a unas 100 personas. «Fue todo un caos por la mañana, porque ya había pacientes fallecidos de varias horas atrás, sin que hubiese personal médico», lamenta.
Allí la morgue está copada, pues unos 20 cadáveres no han sido reclamados, agrega la enfermera.
Además de Ciudad de México y Cancún, el sistema está saturado especialmente en las ciudades de Tijuana, Culiacán (norte) y Villahermosa (sureste), que concentran miles de casos.
«Hemos excedido nuestra capacidad para atender pacientes con coronavirus (…), agradecemos su comprensión», se lee en un cartel en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, en la capital.
«Es cruel decir no»
Beatriz Orozco, médica de urgencias del Hospital de Tacuba de Ciudad de México, describe la situación: «Efectivamente o no hay camas o no hay ventilador«.
«A un paciente (…) se le puede dar medicamento para expandir el pulmón«, pero esto no reemplaza el ventilador, explica por teléfono Orozco.
«Es muy cruel tener que decir ‘no tengo espacio, ve con el asistente de la dirección para que te ayuden a buscar en otro hospital‘. Es una mezcla de impotencia y coraje. Quieres hacer mucho, pero estás amarrado de manos, simplemente no puedes ayudar», añade con la voz cortada la médica de 58 años.
Su colega Gil Ortiz cuenta que en el hospital 20 de Noviembre, de 70 respiradores, 50 están ocupados por enfermos de coronavirus y los demás reservados para otras necesidades.
La pandemia, que suma en el país 2.961 fallecidos y 29.616 contagiados, también le ha puesto al personal de salud una dura carga de trabajo que retrasa los partes médicos, afirma Orozco.
A ello se suma la insuficiencia de equipos de protección, por lo que médicos y enfermeras no pueden salir del «área Covid» durante su extenuante jornada, dice Leticia Martínez, enfermera del 20 de Noviembre.
«Estamos viviendo lo que nunca habíamos vivido, lo que nunca imaginamos que íbamos a vivir (…), tenemos que llenar mil notas de lo que estamos haciendo (para los expedientes clínicos y trámites internos), y encima el terror del contagio«, relata.
A esto se agregan los «gritos e insultos» de familiares dolidos que no se hacen esperar.