Masara Kim, un periodista local cuyo primo fue asesinado, ha informado a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) de que en la Nochebuena de 2023 cientos de asaltantes invadieron más de 30 pueblos -al menos 20 de ellos simultáneamente-, disparando a la gente con ametralladoras, incendiando casas y provocando el desplazamiento de miles de habitantes que perdieron sus hogares y bienes. Muchos de ellos se alojan actualmente en edificios de la Iglesia, según ha indicado el padre Andrew Dewan, director de comunicaciones de la diócesis de Pankshin, lugar donde se produjeron la mayoría de los ataques.
El padre Dewan ha comunicado a ACN que “en la ciudad de Bokkos hay hasta 16 campos de desplazados, la mayoría en torno a edificios de la Iglesia. En situaciones como esta, la gente suele acudir a las iglesias antes que a las comisarías, porque no confía en las instituciones gubernamentales”. El padre Dewan afirma que ha habido más asesinatos en la zona en las últimas 24 horas y que la gente no se siente segura ya que “los agentes de las fuerzas de seguridad que no dispararon ni una bala durante los ataques, son los mismos que patrullan de vez en cuando».
Y añade: “Hemos sabido de algunas detenciones, pero de ningún enjuiciamiento, para gran frustración de los supervivientes y las familias de las víctimas. Estamos acostumbrados a esta farsa: a menudo, a los agresores se los detiene y luego se les deja en libertad”. Los políticos pronuncian discursos que no contienen ni una pizca de verdad. Hacen promesas y se comprometen a rehabilitar y reinsertar a todos los desplazados en sus hogares ancestrales, pero a menudo no cumplen”.
Agrega que algunos granjeros que regresaron a los campos de cultivo tras los ataques “vieron cómo los pastores fulanis destruían sus cosechas y otros alimentos”. El padre Dewan y distintas fuentes locales han comunicado a ACN que los extremistas quemaron muchas granjas, graneros y almacenes de alimentos, provocando una grave escasez de víveres.
El sacerdote explica: “La hambruna, que ya existía antes, se ha visto agravada por estos ataques. Durante la última temporada agrícola, muchos campesinos no pudieron acudir a sus granjas debido a ataques previos. Los que consiguieron cultivar y recoger sus cosechas se han encontrado con que todo ha quedado reducido a cenizas en este último episodio de atentados”.
El padre Dewan sostiene que los terroristas tenían en su punto de mira a las comunidades cristianas, por lo que considera “ridícula” la narrativa que presenta la masacre como un mero conflicto por las tierras entre pastores y agricultores, carente de un elemento religioso: “Decir que lo que ocurrió fue un enfrentamiento entre agricultores y pastores es sugerir que sólo fueron atacados los agricultores que trabajaban en sus granjas. Sin embargo, la gente estaba en su casa, era de noche. Era domingo y la gente no trabaja en las granjas los domingos. El 99% de los asesinados estaban en sus casas, a algunos los mataron mientras dormían”.
Según fuentes locales, muchas de las víctimas eran mujeres y niños. Jalang Mandong, un superviviente que ha perdido a diez familiares en la masacre, afirma que los ataques tenían por objetivo “atacar a los cristianos” e “interrumpir la celebración de la Navidad”, además de “apoderarse de las tierras de estas comunidades”. Jalang ha explicado que él y otros aldeanos intentaron defender a sus familias, pero que los atacantes les superaban en número y que ellos carecían de armas para defenderse de los agresores.
El padre Dewan ve similitudes entre la situación en Nigeria actual y la experiencia de la primera generación de cristianos: “Intentamos mostrar paralelismos con los relatos de la Iglesia primitiva sobre cómo se perseguía a los cristianos, recogidos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Nuestra tarea es seguir predicando, difundir esperanza y tener fe en que algún día las cosas mejorarán”.
Información tomada de: ACN Colombia