La historia sucedió en Mérida, capital del Estado de Yucatán, México, en la primera capilla de Adoración Perpetua que los Misioneros de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento establecieron en esa ciudad.
El sacerdote Hileman contó al Grupo ACI que el pequeño escuchó en una de sus predicaciones “que a los que se disponen a estar en vigilia en la madrugada, Jesús los bendecirá cien veces más”.
“Yo decía que Jesús invitaba a sus amigos a la Hora Santa. Jesús les dijo tres veces en la madrugada: ‘¿no pueden velar una hora conmigo?’”, recordó el sacerdote argentino.
Las palabras del sacerdote hicieron que el niño decidiera hacer su vigilia a las tres de la madrugada, algo que llamó la atención de su madre, a quien le explicó que lo haría porque “quiero que mi papá deje de beber, deje de pegar y para que dejemos de ser pobres”.
Durante la primera semana, la madre lo acompañó y, la segunda, invitó a su papá.
“Un mes después comenzaron a participar en la adoración perpetua, el papá dio testimonio de que experimentó el amor de Jesús y fue curado” y después “se enamoró nuevamente de la mamá en esas horas santas”, señaló el sacerdote Hileman.
“El papá dejó de beber, dejó de pelear con la mamá y dejaron de ser pobres. Por la fe de un pequeño de sólo 8 años, toda la familia se curó”, afirmó.
Este es uno de los diversos testimonios de conversión que, según el sacerdote Hileman, se llevan a cabo en las capillas de adoración perpetua, una iniciativa de los Misioneros de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, comunidad de la que es fundador.
“El primer mandamiento de la adoración perpetua es dejarse ‘abrazar’ por Jesús” afirmó el sacerdote Hileman en su visita a Chile. “Es el lugar donde aprendemos a descansar en el corazón de Jesús. Solamente Jesús puede abrazarte el alma”.
El sacerdote explicó que la historia de esta iniciativa comenzó en 1993 en Sevilla (España). San Juan Pablo II manifestó su deseo de que “cada parroquia del mundo pudiera tener su capilla de adoración perpetua, donde Jesús estuviera expuesto en el Santísimo Sacramento, en una custodia, solemnemente adorado día y noche sin interrupción”.
Recordó también que “san Juan Pablo II hacía 6 horas de adoración al día, escribía documentos con el Santísimo expuesto y una vez a la semana pasaba toda la noche en adoración. Ese es el secreto de los santos, ese es el secreto de la Iglesia: estar centrados y unidos en Cristo”.
El sacerdote Hileman está encargado desde hace más de 13 años de la misión en América Latina, donde ya existen 950 capillas de Adoración Perpetua.
México es líder en esta misión con más de 650 capillas.
También están presentes en Paraguay, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia.
“El mismo Jesús al que seguimos adorando, amando, es quien nos da fuerza para poder apreciar cada vez más el sacramento de la Eucaristía”, añadió el sacerdote.
Según María Eugenia Verderau, que durante 7 años reza a una cierta hora durante la semana en una capilla de adoración perpetua en Chile, “esto me ayuda a crecer mucho en la fe, ayudándome a entender mi lugar frente a Dios, como hija de un Padre que sólo quiere lo mejor para mí, mi verdadera felicidad”.
“Vivimos días muy agitados, desde la mañana hasta la noche. Sacar tiempo para hacer adoración es un regalo, da tranquilidad, es un espacio para pensar, para agradecer, para colocar las cosas en su justa medida y entregarlas a Dios”, dijo la adoradora y también portavoz de Voces Católicas Chile al Grupo ACI.
Por Pe. Augusto Bezerra