Este 16 de octubre se celebró el Día Mundial de la Alimentación.
Los países deberían responder con mayores políticas e inversiones en alimentos saludables y sostenibles al aumento del hambre y la epidemia de la obesidad en el mundo, reclamó hoy la ONU.
Bajo el lema «Nuestras acciones son nuestro futuro», las agencias de Naciones Unidas con sede en Roma recordaron en el Día Mundial de la Alimentación los graves problemas que atraviesan los más de 820 millones de personas que siguen pasando hambre o los 2.000 millones con exceso de peso.
Las dietas de mala calidad, que se han vuelto el principal factor de riesgo de muerte prematura, son una «barrera» para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, aseguró el director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu.
Ante el «serio costo para individuos, familias, comunidades y países» que tiene la malnutrición, Qu llamó a los países a «expandir sus políticas para investigar e invertir en alimentos como frutas, verduras y legumbres y llevar el mercado a los pequeños agricultores».
En 2021 se celebrará una cumbre mundial sobre sistemas alimentarios, pero entretanto la FAO pidió la colaboración de todos los actores – gobiernos, empresas, sociedad civil y demás instituciones – para que los alimentos nutritivos estén al alcance de cualquiera.
Frente a la crisis climática que tanto está impactando en los países en desarrollo, el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Gilbert Houngbo, subrayó la necesidad de mantener las inversiones en la población rural de esas naciones, lo cual debería ser «la prioridad» para las economías avanzadas.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), insistió en que el mundo produce suficientes alimentos para todos sus habitantes, aunque hay que evitar las pérdidas y desperdicios para no malgastar los recursos.
Un alegato a favor del multilateralismo que «ponga a la persona en el centro» de la lucha contra el hambre hizo el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ante el desafío de «dar alimentos en cantidad y calidad que satisfagan las necesidades nutricionales de una población en constante crecimiento».
Entre los ministros invitados, el de Agricultura de Nicaragua, Edward Centeno, criticó que el modelo económico dominante está aumentando «la pobreza, las desigualdades y la exclusión social», y recalcó que los actuales patrones de consumo y producción de alimentos exacerban el cambio climático.
El papa Francisco envió un mensaje advirtiendo que lo que las personas acumulan y desperdician «es el pan de los pobres».
La lucha contra la desnutrición no cesará, dijo, «mientras prevalezca exclusivamente la lógica del mercado y se busque sólo la ganancia a toda costa, relegando los alimentos a un mero producto de comercio, sujeto a la especulación financiera y distorsionando su valor cultural, social y marcadamente simbólico».
La conferencia tuvo como broche final la intervención del economista estadounidense Jeffrey Sachs, quien subrayó que para erradicar la inseguridad alimentaria se requiere desarrollo económico y un sector que proporcione alimentos nutritivos de modo sostenible.
Según su receta contra la pobreza, lo mejor que pueden hacer los países es invertir en educación y salud para que sus jóvenes salgan adelante.
Sin embargo, en África subsahariana, donde más se concentra el hambre junto con el sur de Asia, solo un 20 % de los niños acaban la escuela secundaria porque los países pobres carecen de suficientes recursos para gastar en ellos mientras que los ricos -y las personas multimillonarias- no les ayudan lo que deberían, aseguró.
El profesor de la Universidad de Columbia añadió que África también necesita infraestructuras en energía, transporte y conectividad, y una transición demográfica hacia las ciudades, a las que debería nutrir una agricultura más productiva.
Y lanzó un mensaje a las grandes empresas que producen comida chatarra: «No queremos al sector privado matándonos, sino alimentándonos. Es su responsabilidad».
EFE