Una marea de juerguistas vestidos de rojo y blanco se rociaron unos a otros con vino en una abarrotada plaza de Pamplona (Navarra, norte de España) este lunes durante el pistoletazo de salida de los famosos encierros de toros de San Fermín.
Desde el balcón de la ayuntamiento, donde por primera vez en la historia ondeó la Ikurriña, la bandera vasca, se dio comienzo a nueve días de fiesta con el grito de «¡Viva San Fermín!» seguido pocos segundos después del estallido de un cohete, el conocido «chupinazo».
Para el alcalde de Pamplona, Joseba Asirón, de EH Bildu (izquierda independentista vasca), «tener las cinco banderas (de Pamplona, Navarra, España, Unión Europea y Vasca) representa a un sector mucho más amplio de la sociedad» y es «un símbolo de cambio».
Los independentistas vascos reivindican la autodeterminación de Euskal Herria (País Vasco, Navarra y País Vasco francés).
Más allá de la polémica suscitada por la exhibición de esta bandera, multitud de participantes con la típica vestimenta blanca combinada con pañuelos y fajas rojas bebían vino de sus botas de cuero o disfrutaban rociándose unos a otros con la bebida, tiñendo de rosa sus camisetas blancas.
Cinco pantallas gigantes se instalaron en otros puntos del centro de esta norteña ciudad para permitir al resto de juerguistas seguir el chupinazo.
Pamplona se encuentra justo al norte de la vinícola región de La Rioja por lo que el vino siempre jugó un rol importante en estas celebraciones dedicadas a San Fermín, el primer obispo de la ciudad y su santo patrón.
Esta fiesta, inmortalizada en la novela «Fiesta» (1926) del estadounidense Ernest Hemingway, se remonta a tiempos medievales y combina procesiones religiosas, danzas tradicionales, conciertos y mucho alcohol.
Hasta seis toneladas de fuegos artificiales estallarán durante un espectáculo de luz y sonido en la clausura de las fiestas el 14 de julio, según el ayuntamiento de Pamplona.
Pero el apogeo de esta fiesta son los encierros en los que cada mañana centenares de personas mostrarán su coraje corriendo por delante de toros de lidia de media tonelada entre las estrechas y resbaladizas calles del centro de la ciudad.
Las carreras, retransmitidas a todo el país por la televisión pública, empiezan a las 08:00 y a lo largo de 846,6 metros los mozos corren ante los astados hasta la plaza de toros de la ciudad, donde los animales serán toreados por la tarde. El primer encierro será el martes.
Quince personas murieron durante estas peligrosas carreras desde que se empezaron a registrar en 1911. La última de ellas fue en 2009.
Las autoridades municipales no facilitarán una cifra estimada del número de personas que visitarán esta ciudad de 30.000 habitantes durante las fechas festivas.
Pero señalaron que en el año anterior 1,3 millones de personas participaron en las más de 400 actividades organizadas para los festejos.
Como también empieza a ser tradición durante estas fiestas, activistas por los derechos de los animales protestaron contra los espectáculos taurinos. Alrededor de 100 personas semidesnudas se untaron con sangre falsa y se concentraron frente a la plaza de toros de Pamplona con carteles donde se leía «Pamplona se tiñe de sangre» en varios idiomas.