El papa Francisco, de 84 años, recibió la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus, informaron fuentes del Vaticano.
La primera dosis de la vacuna de Pfizer le había sido aplicada el 13 de enero en el marco de campaña de vacunación iniciada por el Vaticano para los cerca de 5.000 residentes y empleados.
Francisco es considerada una persona de riesgo ya que cuando tenía 21 años, en 1957, sufrió una pleuresía aguda y los cirujanos tuvieron que extirpar parcialmente su pulmón derecho.
De otro lado, Francisco canceló todos sus viajes al exterior desde el inicio de la pandemia en marzo del 2020. Esta semana anunció que está decidido a visitar Irak, del 5 al 8 de marzo próximos. Sin embargo, reconoció que el viaje se pondría en duda en caso de un brote severo de covid-19 en ese país.
La ciática del papa Francisco
El pasado viernes 29 de enero, el papa Francisco recibió sentado a un grupo de miembros de un tribunal de la Santa Sede, debido a la ciática que padece y que le impidió pronunciar su discurso de pie.
«Debería hablarles de pie, pero saben que la ciática es un huésped un poco molesto. Les pido disculpas, hablaré sentado», comentó el pontífice antes de pronunciar un discurso ante los miembros de la Sagrada Rota, el tribunal que se encarga de la anulación de los matrimonios eclesiásticos.
Se trataba de un encuentro tradicional que se organiza en enero con ocasión de la inauguración del año judicial.
El pontífice, de 84 años, pospuso hace dos semana varios compromisos previstos, entre ellos el encuentro anual con el cuerpo diplomático. Debido a su problema de salud también renunció a presidir la misa del domingo 31 de enero.
Francisco, afectado por una «ciática dolorosa», tampoco pudo presidir las celebraciones litúrgicas programadas para fin de año, el 31 de diciembre y el 1 de enero.
El papa argentino usa unos zapatos especiales debido a esa lesión en el nervio ciático que lo aqueja desde hace varios años.
En el avión de regreso en 2013 de su primer viaje al exterior, el papa argentino confesó a los periodistas que la ciática había marcado su primer mes de pontificado.
«¿Lo peor? Es que me vino una ciática, la tuve el primer mes. Porque para hacer las entrevistas me hacían sentar en un sillón, y eso me hizo daño. Es una ciática dolorosísima, dolorosísima. No se la deseo a nadie», confesó a los periodistas que lo acompañaban de regreso de Brasil.