Hace varias décadas, Colombia empezó a ser reconocido como uno de los principales destinos de muchos extranjeros para realizarse cirugías plásticas.
Aunque algunos de esos procedimientos obedecían a intervenciones con el fin de corregir problemas de salud, en su gran mayoría se daban con propósitos estéticos encaminados a que quien se lo practicara se sintiera mejor con su aspecto físico.
Fiel reflejo de esa situación es que, según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (Isaps, por sus siglas en inglés), Colombia ocupa el séptimo lugar entre los países donde más procedimientos quirúrgicos estéticos se realizaron a nivel mundial, con un total de 346.140.
El primer lugar en cuanto a esos procedimientos que más se practican en Colombia se encuentra la liposucción; le sigue el aumento de senos, la abdominoplastia, lipoinyección glútea, y por último la blefaroplastia.
Al margen de ese buen desempeño de la industria ‘plástica’ del país, en la reforma tributaria de 2018 se incluyó que estas intervenciones quirúrgicas fueran gravadas con el IVA del 19%. Esa decisión, como es lógico, elevó los costos de los procedimientos y disminuyó ese mercado.
Ahora, con la discusión de la reforma tributaria de 2019, el Congreso de la República reversó la decisión tomada el año anterior y se procedió a eliminar el cobro del IVA para las cirugías plásticas.
Dentro de las consideraciones se tuvo en cuenta que este gravamen, aplicado en el Ley de Financiamiento, generó una fuerte disminución en procedimientos estéticos.
Por eso, el Congreso decidió la eliminación para volver a incentivar estos procedimientos que finalmente también permitían unas cifras significativas frente al incremento del turismo en el país.
Al margen de la eliminación del impuesto, una tarea que sigue pendiente en el Congreso es hacer que las cirugías plásticas sean más seguras.
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