Un grupo de constituyentes ligados a las protestas sociales de 2019 en Chile irrumpieron este domingo en el acto inaugural de la redacción de la nueva Carta Magna exigiendo el cese de la represión policial y pidiendo liberar a manifestantes detenidos, lo que obligó a suspender temporalmente la cita.
«Queremos hacer una fiesta de la democracia y no un problema, vamos a suspender la sesión por breves minutos«, afirmó la relatora del Tribunal Calificador de Elecciones, Carmen Gloria Valladares.
Al grito de «No más represión», varios constituyentes se negaron a sentarse mientras sonaba el himno, al inicio de la ceremonia de la primera sesión de la convención, como muestra de apoyo a cientos de personas que se manifestaban a las afueras del antiguo Congreso Nacional y que fueron dispersados por la Policía.
«Tenemos familiares que han venido a acompañarnos y que están siendo reprimidos por la Policía. En el momento más hermoso de nuestra historia, nuevamente el Estado se comporta pésimo«, afirmó la constituyente Elsa Labraña de la Lista del Pueblo, un grupo de ciudadanos independientes de izquierdas.
«No vamos a empezar la ceremonia hasta que no nos aseguren que afuera no se dejó de reprimir a nuestro pueblo», agregó la mujer, que salió a apoyar la marcha.
Horas antes, cientos de personas, entre indígenas, estudiantes, profesionales y sindicalistas, se congregaron en diversos puntos de la capital para celebrar el inicio de la convención en ambiente festivo, aunque se produjeron algunos disturbios que la Policía trató de dispersar con carros lanza-aguas y botes de gas.
«Chile cambió y no podemos ser hipócritas. No podemos estar dentro de la convención haciendo como si no pasa nada mientras afuera la Policía reprime a la gente», agregó el abogado Daniel Stingo, otro de los 48 constituyentes independientes.
La idea de redactar una nueva Carta Magna se gestó en 2019, como un acuerdo entre los partidos políticos para tratar de amainar la mayor crisis social en tres décadas de democracia, que estalló con masivas marchas por un modelo socioeconómico más justo y que dejó al menos una treintena de fallecidos y miles de heridos.
EFE