A menos de dos semanas de las elecciones en su país, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, mantiene un férreo distanciamiento del proceso electoral y asegura que traspasará el gobierno con «las cuentas en orden» y no como «emboscada» como la que, asegura, heredó de su predecesor en 2017.
Moreno, que no concurre a los comicios del 7 de febrero, recibió a Efe en una semana de «alivio», cuando el país andino empezó a recibir las primeras vacunas contra la covid-19, enfermedad que -reconoce- le hizo pasar momentos muy duros y de «frustración» entre marzo y abril de 2020.
Y poco antes de iniciar este lunes una nueva visita a Washington, esta vez para apuntalar la relación con la Administración de Joe Biden, después de que su antecesor, Donald Trump, le haya extendido un amplio apoyo político y financiero.
POLÍTICA EXTERIOR
Pregunta- En tres años ha dado un golpe de timón a las relaciones exteriores de Ecuador, sobre todo, con EE.UU. Es una relación que contrasta con la de su predecesor Rafael Correa y su vínculo con China, Venezuela y Cuba.
Respuesta- Desde el inicio de mi gestión, incluso antes, había manifestado que íbamos a refrescar nuestras relaciones internacionales. ¿Cómo no hacerlo con el principal socio comercial del Ecuador, EE.UU.? ¿Con Europa, con Japón?
Amigos de todo el mundo, absolutamente todos, pero con cierta preferencia por aquellos que tenemos una mejor relación de continuidad humana o comercial.
Nos habíamos acercado exageradamente a países (..) a los cuales no vendíamos ni un banano, en los que no habitaba un solo ecuatoriano, no como EE.UU. que tenemos, que sé yo, dos o dos millones y medio de migrantes.
P- ¿Una diplomacia pragmática?
R- Emocional e ideológica sí, para pensar, para (charlas) de café como lo hacíamos antes cuando tirábamos piedras con la mano izquierda. Para salvar el mundo y conversar, encantado. Pero nuestra relación comercial con aquellos países con los cuales tenemos mutuamente mayores intereses.
ELECCIONES
P- No ha manifestado apoyo a ningún candidato. ¿Qué le parecen las alternativas políticas? Pareciera que el centro se ha diluido y el panorama de crispación entre correístas y no correístas es similar al de 2017, cuando encabezaba usted a los primeros…
R- Cualquiera que sea el candidato que el pueblo elija, sabremos respetarlo. No me he manifestado, ni me voy a manifestar a favor de ninguno. Lo que sí les pido, en términos generales, es que no hagan ofertas exageradas que después no puedan cumplir, porque lastimosamente luego se vuelve un lastre, y se lo digo porque me ha pasado a mí.
P- A lo largo de su Gobierno ha tenido un choque frontal con el movimiento que le aupó a la Presidencia. ¿Que le parece Andrés Arauz? ¿Diría que es un ‘delfín’ para ejecutar instrucciones de Rafael Correa como, por cierto, se decía de usted en 2017, o será un gobernante autónomo?
R- El hecho de que vaya a recibir órdenes y de que vaya a convertirse en una persona que cristalice aquellos objetivos del correísmo, es una cosa que no lo digo yo. Lo ha dicho él y lo ha dicho Correa, pero con respecto a otras características prefiero no manifestarme. Los gobernantes debemos dejar de opinar acerca de los candidatos y ser completamente imparciales.
LA RUPTURA CON EL CORREÍSMO
P- Su gestión se ha caracterizado por el desmantelamiento de estructuras y del ideario correísta a nivel gubernamental, económico y hasta legal. ¿Por qué rompió con Correa?
R- Cuando el (entonces) presidente me visitó en 2016 para proponerme a la Presidencia, ante una pregunta mía me dijo textualmente: «Lenín, vas a poder gobernar a tu manera. Yo me iré a Bélgica a preocuparme de mi esposa, hijos y familia, que ya los he descuidado diez años».
Y cuando le leí la carta que había enviado sobre dialogar con todos los movimientos políticos, inclusive, los adversarios, sobre mejorar nuestra relación con los indígenas y otros sectores, es decir, abrir el espectro del diálogo con todos, estuvo completamente de acuerdo. Incluso con lo de mejorar las relaciones internacionales con aquellos países que se habían descuidado.
P- ¿Por qué habla entonces de «emboscada»?
R- ¡Me encontré con la mentira! Me encontré con que se había dejado un país que no era un país, que no era un Gobierno. Era una emboscada, y una emboscada que no estaba preparada para mí pero que me cayó a mí.
Yo no iba a ser candidato y tenían a otro (Jorge Glas), pero las encuestas decían que perdería. (Es decir que), si fueron a buscarme no es porque tenían mucha confianza en mí, sino porque sabían que era el único que podía ganar.
Dejaron 650 obras mal hechas, cargadas de corrupción, y una deuda que había prácticamente quintuplicado su valor. Nosotros la hemos aumentado un 20-25%… ¡Ellos la quintuplicaron! y, además, estaba cargada de corrupción.
P- ¿Cuándo empezó la ruptura?
R- Desde el primer momento empezaron a criticar (mi) gestión. Desde el discurso inicial (de investidura), cuando él (Correa) se retiró del Parlamento y empezó una ráfaga de críticas que, al principio, yo le prestaba algo de atención, (pero) en adelante dejé de preocuparme.
P- ¿O sea, su primer día como presidente?
R- Sí, por parte de él. Y por parte mía cuando me encontré un país que, mentirosamente, él decía que lo había dejado en otras condiciones.
P- ¿No conocía usted las cuentas del Gobierno?
R- Siempre se sospecha, por las críticas que se oían, pero yo francamente creía en la palabra del presidente.
No se olvide que, cuando yo realicé mi gestión (como vicepresidente) me dedique exclusivamente a lo que se me había encargado, y lo hice de manera excelente. (Ahí están) los premios por mi gestión a nivel internacional.
Se nos dijo que dejaban el país con la mesa servida y no fue verdad. Yo confiaba en la palabra del presidente y en que las condiciones en las que él decía que dejaba el país eran las verdaderas, (pero) no fue así. Cuando me encontré con la verdad, me acordé de una frase de Friedrich Nietzsche que decía: «Donde otros ven ideales, yo veo únicamente lo humano, demasiado humano».
INSTITUCIONALIDAD Y CORRUPCIÓN
P- En paralelo a esa ruptura en los primeros meses, se abrieron procesos judiciales por corrupción contra dirigentes correístas, es el caso, por ejemplo, de su vicepresidente Jorge Glas, en el que sus rivales le atribuyen «persecución política».
R- No es verdad.
P- ¿Hay relación entre la ruptura y los procesos judiciales de corrupción?
R- Desde el primer momento de mi mandato y desde antes, dije que iba respetar la institucionalidad, que no iba a meter la mano en la Justicia como lo hizo el Gobierno anterior, y que iba a respetar la autonomía e independencia de las funciones.
Jamás la presidenta de la Corte Nacional de Justicia, la doctora Paulina Araujo, recibió una llamada mía. ¡Jamás la recibió tratando de forzar una decisión! Así como tampoco la señora fiscal, ni el señor contralor. Jamás han recibido una llamada mía (con ese fin). Pregúntele a ellos mismos.
P- ¿Tampoco en el caso «Sobornos 2012-2016», en el que Correa fue condenado por un delito de cohecho, como le acusan desde el movimiento correísta?
R- ¡Nunca, nunca, nunca! Lo que pasa es que las cosas parece que resultaron extremadamente evidentes. Pero inclusive acerca de ello no quiero pelear. Las instituciones han funcionado independiente y autónomamente.
P- Ahora que deja el poder en mayo, ¿Teme usted algún revanchismo político o judicial en caso de que el correísmo recupere el Gobierno?
R- No, no me preocupa. Suelo preocuparme poco por el futuro. Únicamente hago lo que sea correcto. Con el futuro lo único que le queda a uno es administrar la incertidumbre, nada más.
P- Miembros del correísmo han anunciado que, si ganan, harán una revisión de los procesos judiciales de estos últimos años, y han advertido de que se investigarán conductas dentro del actual Gobierno.
R- Si quieren investigarme bienvenidos sean. Lo que sí recomiendo es no romper la institucionalidad. No volver a meter la mano en la Justicia. No hay nada más desesperante para un ser humano que no creer en la institucionalidad, en aquellas instituciones que han ido creciendo a lo largo del tiempo e, independientemente de los errores, se van solidificando y perfeccionándose.
PLANES FUTUROS
P- ¿Cuáles son sus planes a futuro?
R- Lo que venía haciendo antes: escribir. Antes de la primera candidatura a la Vicepresidencia, yo daba charlas de humor y vendía mis libros de humor. Lo hice porque me encontré en un momento en que el humor tenía efectos analgésicos. Tenía un dolor terrible que me obligó a pasar cuatro años tirado en una cama después de que me dispararon. Cuando descubrí su efecto analgésico, me enamoré del humor.
P- ¿Cuál sería su Ecuador ideal, el país que tanto como presidente, como ciudadano, querría ver de aquí a diez años?
R- Un Ecuador que tenga mejores gobernantes y que, también, tenga mejores ciudadanos. Ese es el Ecuador que quiero ver.