Unas 6.100 personas podrían morir en Tokio en caso de producirse un gran terremoto en la ciudad, según un informe publicado este miércoles por las autoridades locales, que rebaja en torno a un 30 % sus estimaciones de víctimas de hace una década.
El estudio, realizado por el comité de expertos en terremotos que trabaja para el gobierno metropolitano, atribuye la reducción en unas 3.500 víctimas con respecto a un análisis previo de 2012 a los avances en la construcción de edificios con mayor resistencia sísmica y al mayor uso de materiales de construcción no inflamables.
Los investigadores simularon varios terremotos de gran magnitud con distintos epicentros y llegaron a la conclusión de que el mayor número de muertes (6.148) se producirían en caso de que un seísmo de magnitud 7,3 en la escala de Richter se originara en el sur de Tokio.
Un temblor de estas características podría registrar el nivel máximo de 7 en la escala sísmica japonesa (centrada en medir la agitación en la superficie y los daños), y sacudiría en torno al 60 % del territorio de la ciudad con una intensidad de 6 o superior.
Con esa intensidad muchas personas encuentran difícil mantenerse en pie o moverse sin gatear. Las sacudidas en dicho escenario podrían ser lo suficientemente fuertes para lanzar a una persona por los aires, según la Agencia Meteorológica de Japón (JMA).
De las muertes estimadas en esta hipotética situación, unas 3.200 estarían causadas por el derrumbamiento de edificios y unas 2.500 por incendios, según el informe, que fue presentado este miércoles por el comité a la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
El gobierno metropolitano se basará en el estudio para elaborar el borrador de su plan de prevención de desastre de 2022.
El texto menciona que unas 194 mil viviendas y edificios podrían resultar dañados, mientras que 4,53 millones de personas, o el 32 % de la población de la ciudad (unos 14 millones en 2021) no podrían regresar a sus hogares.
Las estimaciones realizadas en un informe en 2012 apuntaban a que el número de víctimas mortales podría ascender a más de 9.600 y los daños extenderse a unos 304 mil edificios y viviendas.
Los expertos atribuyen la rebaja de estimaciones sobre todo a la mejoría en la construcción. El porcentaje de viviendas resistentes a terremotos se incrementó del 81 % al 92 % en 2020, en 10 años.
Otro factor es la disminución de las áreas residenciales de casas de madera densamente pobladas, donde los incendios pueden propagarse con mayor facilidad.
Este tipo de áreas proliferaron durante el rápido proceso de urbanización de Tokio en la posguerra y llegaron a ocupar un área aproximada de unas 16 mil hectáreas (160 kilómetros cuadrados).
Los subsidios para demoler viviendas antiguas y reemplazarlas por otras ajustadas a regulaciones más estrictas han contribuido a reducir a en torno la mitad de esa área, que en 2020 era de unas 8.600 hectáreas (86 kilómetros cuadrados).