Panta Petrovic es un hombre que proviene de un poblado que es vecino de Pirot, en Servia. Allí trabajó en el mercado negro, e incluso desempeñó este mismo trabajo en varias partes del mundo, se casó en varias oportunidades pero considera a este tipo de vida algo ‘frenético’, por lo que decidió mudarse a una cueva y vivir allí.
Hace 20 años, Panta, pasa sus días en un lugar al que solamente se puede llegar subiendo una empinada montaña, cosa que no es nada sencillo, por lo que puede hacer del distanciamiento social algo habitual y cotidiano. En su vivienda, cueva, tiene una bañera que utiliza como inodoro, algunas sillas y una paca de heno que utiliza como una especie de cama, en la que puede descansar.
En una de sus contadas visitas al pueblo más cercano, pudo notar que el mundo estaba sufriendo varios cambios y una vez se enteró de la pandemia por la covid-19 se alarmó. Aseguró también que apenas se enteró que las vacunas estaban disponibles fue a aplicársela ya que no comprende las quejas que hacen algunos escépticos que no confían en el biológico.
«Quiero recibir las tres dosis, incluida la adicional, llamo a todos los ciudadanos a vacunarse, cada uno de ellos«, indicó.
En su día a día se alimenta de hongos y los pescados que saca de una quebrada cerca a su cueva, pero también visita ciudad para encontrar sobras que pueda consumir. Su compañía son varios animales, cuenta que tenía varias cabras, gallinas, unos 30 perros y gatos y su favorita, una jabalí adulta llamada Mara.
Sin embargo, hace poco unos lobos mataron a algunos de sus animales y por esto decidió trasladarlos a una lugar que levantó en las afueras del pueblo para mantenerlos más seguros.
Sus acercamientos con la civilización son cada vez más comunes y es por esto que invita a las personas a vacunarse y confiar en este tipo de herramientas para frenar la pandemia.